UN DOCUMENTAL HISTÓRICO SOBRE EL PAPEL DE LA MUJER EN EL MUNDO RURAL

UN DOCUMENTAL HISTÓRICO SOBRE EL PAPEL DE LA MUJER EN EL MUNDO RURAL

Pilar Edo, agricultora y ganadera: «El estado de alarma es más llevadero en los pueblos pequeños»

Mar 23, 2020 | Noticias | 0 Comentarios

Pilar Edo, agricultora y ganadera: «El estado de alarma es más llevadero en los pueblos pequeños»

Mar 23, 2020 | Noticias | 0 Comentarios

La periodista Ana Sánchez Borroy del eldiario.es nos cuenta la vida cotidiana llena de dificultades de Pilar Edo, agricultora y ganadera de la localidad turolense de Bañón en Aragón, donde viven apenas 200 habitantes.

Desde que hace algo más de una semana el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, declarara el estado de alarma en nuestro país por la crisis sanitaria del Covid-19, nuestras vidas han dado un giro de 180º. La población en toda España debe recluirse en sus casas y solo se puede salir de las mismas si no es estrictamente necesario por cuestiones de necesidades primarias como comprar alimentos o medicamentos y para asistir al trabajo.

En el caso de Pilar Edo -como la de muchos ciudadanos de la España vaciada-, no es extraño convivir con la soledad y las calles de tu municipio sin ningún viandante. Sin embargo, esta arqueóloga metida a explotadora agricola y ganadera, el coronavirus además, le obligó a suspender su ponencia en la mesa redonda ‘Mujeres a pie de campo’ , que organizaba la comarca del Jiloca, donde es vocal del Centro de Estudios. Pilar asegura que el estado de alarma es más llevadero en los pueblos pequeños.

Es conocedora de las dificultades que tiene para desarrollar su labor y su condición de mujer en un entorno que no reconoce a la mujer como debiera. » No somos muchas las mujeres que estamos trabajando directamente en el campo. Si observamos la historia del mundo rural, la mujer siempre ha ocupado un papel fundamental en la economía familiar, pero nunca ha figurado como titular de las explotaciones en las estadísticas ni tampoco han sido consideradas socialmente como trabajadoras agrícolas o ganaderas. Ahora sí se está luchando por que la mujer se incorpore a este mundo. Para mí, ser mujer agricultora y ganadera supone un reto por muchos motivos y, sobre todo, supone hacer lo que me gusta: disfrutar con lo que hago y sentirme orgullosa con mi trabajo. Llevo seis años con la explotación. Al principio, no te salen bien las cosas, piensas que estás haciéndolo mal, pero te vas dando cuenta de que poco a poco eres capaz de sacar adelante la cosecha. Para mí, es un orgullo hacer todo el ciclo de sembrar, ver cómo crece y cosechar. Como mujer, hay algunas cosas que me resultan algo más complicadas que a un hombre. A veces, tienes alguna avería en el campo y no tienes fuerza para desmontar la pieza. Ellos también necesitan ayuda y siempre hay amigos que te puede echar una mano para ir solventando los problemas».

Los cambios que están ocurriendo en nuestra sociedad llegan al mundo rural. De hecho, cuenta que «hay mucha gente que está apostando por la vida en los pueblos y por la igualdad y la equidad de la mujer. Estamos demostrando que podemos desarrollar cualquier tipo de trabajo. Al principio, a mí la gente me preguntaba que si estaba loca por ir con el tractor a labrar o sembrar o me decían que no iba a poder. Pese a todos esos mensajes, seis años después sigo aquí, estoy consiguiendo hacerlo y pienso que cualquier mujer podría. ¿Necesitamos ayuda a veces? Sí, por supuesto, igual que cualquier hombre. Además, la mujer aporta muchas cosas positivas, diferentes. Somos mucho más activas en los pueblos cultural y socialmente. La vida social en los pueblos muchas veces gira en torno a las actividades que organizan las mujeres. En Bañón, las charlas, los cursos… el 90% de la gente que acude son mujeres».

Sobre la actual situación de crisis sanitaria y el papel de la mujer en este medio rural, opina que » todo el mundo tenemos que respetar las normas que nos han dado, sobre todo, por respeto a los demás y también a nosotros mismos. Todavía más viviendo en un entorno rural donde el porcentaje de personas de edad avanzada, más vulnerables, es muy alto. Tenemos una responsabilidad, si cabe, mayor. Como agricultora, pienso que somos una parte importante de la sociedad. La agricultura es la base de la alimentación y una de las bases de la economía. No podemos parar, tenemos que continuar. En el caso de la ganadería, todavía más, porque las ovejas no se pueden quedar en la paridera, hay que sacarlas todos los días. Los animales no entienden de cuarentenas, con lo que te apañas como puedes, pero el trabajo no puedes dejar de hacerlo».

Habla sobre el estado actual de alarma y cómo afecta a los agricultores y ganaderos. «En agricultura extensiva, de cereal, que es mi caso, funcionamos todos de manera bastante independiente. Vamos a nuestras parcelas y pasamos prácticamente todo el día solos en el tractor. Por tanto, no tenemos contacto con ninguna persona, no supone ningún cambio en ese sentido. Sí cambia que cuando vamos a la nave a por el tractor, normalmente nos encontramos a alguien, charramos… O que, si tienes una avería, puedes necesitar que alguien te ayude. Si tengo que ir al taller, tampoco sé si me van a atender; si a mí no me arreglan la maquinaria, no puedo continuar mi trabajo. Lo mismo, con los suministros agrícolas; entiendo que las cooperativas sí que están abiertas y nos van a suministrar, pero todo lo que dependemos de otras personas se va a ver afectado».

Nos explica la vida diaria en esta crisis en un pueblo de 200 habitantes como Bañón. «La gente mayor está sin salir de casa, están aislados completamente. Hay varias personas que tienen problemas de salud relacionados con insuficiencias respiratorias que están, por supuesto, totalmente aislados. Incluso sus familiares, también, por el riesgo que conlleva. La gente mayor está asustada porque ve muchas horas la televisión, demasiadas. No es que haya miedo, pero sí precaución y permanecen en sus casas. La gente joven también nos estamos moviendo muchísimo menos. Hace días que no veo absolutamente a nadie. Hoy, cuando he sacado a las ovejas, me he encontrado con una persona que iba paseando al perro, pero nada más. Y cuando vino el carnicero y vendedor de congelados, que son ambulantes, la gente salió a comprar, pero éramos ocho o diez personase separadas dos o tres metros; se mantenían las normas y las recomendaciones. Lo normal estos días es que no veas a nadie por la calle. Como mucho, te encuentras a alguien con las ovejas también o alguien que sale del pueblo a hacer algún recado, pero la carretera de entrada y salida al pueblo está prácticamente muerta, no hay nadie paseando, no hay servicios eclesiásticos, el club social del pueblo también está cerrado… prácticamente no ves a nadie».

Opina sobre las diferencias entre las grandes ciudades y los pueblos en un momento como este. «Por supuesto. Con esta situación que nos está tocando vivir, me reitero en la suerte que tenemos de vivir en los pueblos. Para mí siempre ha sido un lujo; es lo que he querido siempre, ahora todavía más. Aquí, al menos, podemos salir al corral, estar con los perros, los gatos, los animales, bajar al huerto a por unas acelgas… Aunque tengamos que guardar las precauciones, la situación no se vive de la misma manera que metidos en un piso de una ciudad. Es completamente distinto. Tampoco vemos lo que supone una ciudad completamente vacía, que tiene que ser una imagen difícil para la gente que vive allí habitualmente. Aquí tenemos el pueblo vacío, pero como normalmente tampoco hay mucha gente por las calles, es mucho más llevadero. Psicológicamente es muy importante. Aquí no tenemos la misma presión ni el mismo agobio por estar en casa. Tenemos muchas cosas que hacer en casa. Supongo que en una ciudad también hay muchas cosas que hacer, pero en un pueblo creo que tienes muchas más opciones. La mayoría de la gente tenemos corrales, jardines o huertos, con lo que tenemos ese pequeño espacio al aire libre que nos permite salir a dar un paseo por la mañana o por la tarde».

Fuente: eldiario.es

La periodista Ana Sánchez Borroy del eldiario.es nos cuenta la vida cotidiana llena de dificultades de Pilar Edo, agricultora y ganadera de la localidad turolense de Bañón en Aragón, donde viven apenas 200 habitantes.

Desde que hace algo más de una semana el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, declarara el estado de alarma en nuestro país por la crisis sanitaria del Covid-19, nuestras vidas han dado un giro de 180º. La población en toda España debe recluirse en sus casas y solo se puede salir de las mismas si no es estrictamente necesario por cuestiones de necesidades primarias como comprar alimentos o medicamentos y para asistir al trabajo.

En el caso de Pilar Edo -como la de muchos ciudadanos de la España vaciada-, no es extraño convivir con la soledad y las calles de tu municipio sin ningún viandante. Sin embargo, esta arqueóloga metida a explotadora agricola y ganadera, el coronavirus además, le obligó a suspender su ponencia en la mesa redonda ‘Mujeres a pie de campo’ , que organizaba la comarca del Jiloca, donde es vocal del Centro de Estudios. Pilar asegura que el estado de alarma es más llevadero en los pueblos pequeños.

Es conocedora de las dificultades que tiene para desarrollar su labor y su condición de mujer en un entorno que no reconoce a la mujer como debiera. » No somos muchas las mujeres que estamos trabajando directamente en el campo. Si observamos la historia del mundo rural, la mujer siempre ha ocupado un papel fundamental en la economía familiar, pero nunca ha figurado como titular de las explotaciones en las estadísticas ni tampoco han sido consideradas socialmente como trabajadoras agrícolas o ganaderas. Ahora sí se está luchando por que la mujer se incorpore a este mundo. Para mí, ser mujer agricultora y ganadera supone un reto por muchos motivos y, sobre todo, supone hacer lo que me gusta: disfrutar con lo que hago y sentirme orgullosa con mi trabajo. Llevo seis años con la explotación. Al principio, no te salen bien las cosas, piensas que estás haciéndolo mal, pero te vas dando cuenta de que poco a poco eres capaz de sacar adelante la cosecha. Para mí, es un orgullo hacer todo el ciclo de sembrar, ver cómo crece y cosechar. Como mujer, hay algunas cosas que me resultan algo más complicadas que a un hombre. A veces, tienes alguna avería en el campo y no tienes fuerza para desmontar la pieza. Ellos también necesitan ayuda y siempre hay amigos que te puede echar una mano para ir solventando los problemas».

Los cambios que están ocurriendo en nuestra sociedad llegan al mundo rural. De hecho, cuenta que «hay mucha gente que está apostando por la vida en los pueblos y por la igualdad y la equidad de la mujer. Estamos demostrando que podemos desarrollar cualquier tipo de trabajo. Al principio, a mí la gente me preguntaba que si estaba loca por ir con el tractor a labrar o sembrar o me decían que no iba a poder. Pese a todos esos mensajes, seis años después sigo aquí, estoy consiguiendo hacerlo y pienso que cualquier mujer podría. ¿Necesitamos ayuda a veces? Sí, por supuesto, igual que cualquier hombre. Además, la mujer aporta muchas cosas positivas, diferentes. Somos mucho más activas en los pueblos cultural y socialmente. La vida social en los pueblos muchas veces gira en torno a las actividades que organizan las mujeres. En Bañón, las charlas, los cursos… el 90% de la gente que acude son mujeres».

Sobre la actual situación de crisis sanitaria y el papel de la mujer en este medio rural, opina que » todo el mundo tenemos que respetar las normas que nos han dado, sobre todo, por respeto a los demás y también a nosotros mismos. Todavía más viviendo en un entorno rural donde el porcentaje de personas de edad avanzada, más vulnerables, es muy alto. Tenemos una responsabilidad, si cabe, mayor. Como agricultora, pienso que somos una parte importante de la sociedad. La agricultura es la base de la alimentación y una de las bases de la economía. No podemos parar, tenemos que continuar. En el caso de la ganadería, todavía más, porque las ovejas no se pueden quedar en la paridera, hay que sacarlas todos los días. Los animales no entienden de cuarentenas, con lo que te apañas como puedes, pero el trabajo no puedes dejar de hacerlo».

Habla sobre el estado actual de alarma y cómo afecta a los agricultores y ganaderos. «En agricultura extensiva, de cereal, que es mi caso, funcionamos todos de manera bastante independiente. Vamos a nuestras parcelas y pasamos prácticamente todo el día solos en el tractor. Por tanto, no tenemos contacto con ninguna persona, no supone ningún cambio en ese sentido. Sí cambia que cuando vamos a la nave a por el tractor, normalmente nos encontramos a alguien, charramos… O que, si tienes una avería, puedes necesitar que alguien te ayude. Si tengo que ir al taller, tampoco sé si me van a atender; si a mí no me arreglan la maquinaria, no puedo continuar mi trabajo. Lo mismo, con los suministros agrícolas; entiendo que las cooperativas sí que están abiertas y nos van a suministrar, pero todo lo que dependemos de otras personas se va a ver afectado».

Nos explica la vida diaria en esta crisis en un pueblo de 200 habitantes como Bañón. «La gente mayor está sin salir de casa, están aislados completamente. Hay varias personas que tienen problemas de salud relacionados con insuficiencias respiratorias que están, por supuesto, totalmente aislados. Incluso sus familiares, también, por el riesgo que conlleva. La gente mayor está asustada porque ve muchas horas la televisión, demasiadas. No es que haya miedo, pero sí precaución y permanecen en sus casas. La gente joven también nos estamos moviendo muchísimo menos. Hace días que no veo absolutamente a nadie. Hoy, cuando he sacado a las ovejas, me he encontrado con una persona que iba paseando al perro, pero nada más. Y cuando vino el carnicero y vendedor de congelados, que son ambulantes, la gente salió a comprar, pero éramos ocho o diez personase separadas dos o tres metros; se mantenían las normas y las recomendaciones. Lo normal estos días es que no veas a nadie por la calle. Como mucho, te encuentras a alguien con las ovejas también o alguien que sale del pueblo a hacer algún recado, pero la carretera de entrada y salida al pueblo está prácticamente muerta, no hay nadie paseando, no hay servicios eclesiásticos, el club social del pueblo también está cerrado… prácticamente no ves a nadie».

Opina sobre las diferencias entre las grandes ciudades y los pueblos en un momento como este. «Por supuesto. Con esta situación que nos está tocando vivir, me reitero en la suerte que tenemos de vivir en los pueblos. Para mí siempre ha sido un lujo; es lo que he querido siempre, ahora todavía más. Aquí, al menos, podemos salir al corral, estar con los perros, los gatos, los animales, bajar al huerto a por unas acelgas… Aunque tengamos que guardar las precauciones, la situación no se vive de la misma manera que metidos en un piso de una ciudad. Es completamente distinto. Tampoco vemos lo que supone una ciudad completamente vacía, que tiene que ser una imagen difícil para la gente que vive allí habitualmente. Aquí tenemos el pueblo vacío, pero como normalmente tampoco hay mucha gente por las calles, es mucho más llevadero. Psicológicamente es muy importante. Aquí no tenemos la misma presión ni el mismo agobio por estar en casa. Tenemos muchas cosas que hacer en casa. Supongo que en una ciudad también hay muchas cosas que hacer, pero en un pueblo creo que tienes muchas más opciones. La mayoría de la gente tenemos corrales, jardines o huertos, con lo que tenemos ese pequeño espacio al aire libre que nos permite salir a dar un paseo por la mañana o por la tarde».

Fuente: eldiario.es

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